El reloj circadiano, ese intrincado sistema biológico que regula nuestros ritmos naturales, va mucho más allá de simplemente marcar la hora de dormir y despertar. Es un maestro interno que coordina una serie de procesos fisiológicos y metabólicos a lo largo del día. Sin embargo, cuando este reloj se desregula, los efectos pueden ser profundos y, en muchos casos, perjudiciales para nuestra salud metabólica.
¿Qué es el reloj circadiano?
El reloj circadiano es un reloj biológico interno que se sincroniza con el ciclo de 24 horas del día y la noche y se encuentra localizado en el hipotálamo, más concretamente en el núcleo supraquiasmático (SNC).
Este reloj influye en una amplia gama de funciones corporales, incluidos los patrones de sueño, la temperatura corporal, la liberación de hormonas y el metabolismo.
Desregulación del reloj circadiano y alteraciones metabólicas
Cuando el reloj circadiano se desregula, ya sea por cambios en los horarios de sueño, trabajos nocturnos, jet lag o simplemente malos hábitos de sueño, se producen una serie de consecuencias negativas para el metabolismo.
Disfunción del metabolismo de la glucosa:
Estudios han demostrado que la desregulación del reloj circadiano puede llevar a una menor sensibilidad a la insulina y a una mayor incidencia de resistencia a la insulina, lo que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
La melatonina se encuentra implicada directamente con esta alteración. Ya que se ha observado como comer cerca o durante las horas que debemos dormir la melatonina se encuentra baja (momento en el que debe encontrarse alta), y se produce una intolerancia a la insulina (hormona que suele estar alta durante la mañana).
Aumento del riesgo de obesidad:
La falta de sueño y la desregulación del ritmo circadiano están asociadas con un mayor índice de masa corporal (IMC) y un mayor riesgo de obesidad. Esto se debe en parte a la alteración de las hormonas que regulan el apetito y la saciedad, como la leptina y la grelina, lo que puede llevar a un aumento del consumo de alimentos y a cambios en la composición corporal.
El riesgo a la obesidad no depende exclusivamente a desregulaciones en el hambre y saciedad, se ha observado que cenar a altas horas de la noche altera como hemos mencionado arriba el metabolismo de la glucosa y se tiende al acúmulo de grasa corporal, además de intervenir a lo largo del día comportamientos hedónicos relacionado con el placer de consumir ciertos alimentos.
En conclusión, este aumento de riesgo a sufrir obesidad se debe a factores muy variables.
Trastornos del metabolismo de los lípidos:
La desregulación del reloj circadiano también puede afectar el metabolismo de los lípidos, aumentando los niveles de triglicéridos y colesterol LDL, lo que aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Impacto en la microbiota intestinal:
Cada vez se estudia más la microbiota y su relación con la salud física, mental y metabólica.
El desequilibrio en el ritmo circadiano puede alterar la composición y la función de la microbiota intestinal, lo que a su vez puede contribuir a la inflamación crónica y al desarrollo de enfermedades metabólicas.
Conclusiones y recomendaciones
Mantener un ritmo circadiano saludable es fundamental para promover una buena salud metabólica y prevenir enfermedades crónicas.
Para ello, es importante establecer hábitos de sueño regulares, limitar la exposición a la luz artificial por la noche, mantener horarios consistentes para las comidas y el ejercicio, y buscar formas de reducir el estrés, que también puede afectar el ritmo circadiano.
En resumen, honrar nuestro reloj circadiano no solo es importante para sentirnos descansados y alerta durante el día, sino que también es crucial para mantener un metabolismo saludable y prevenir una serie de enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
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